En este posteo, voy a contar una historia muy linda que me conmueve y siempre que la cuento se me llenan lo ojitos de lagrimas.
Hace un tiempo atrás, calcúlenle siete años, los padres de una amiga mía, conocieron a una familia que vivía en Córdoba (el cómo sucedió lo dejo para otro momento, porque es muy complicada de entender). Estas dos familias, cada vez que se podían ver, lo hacían. En vacaciones, en semana santa, un fin de semana largo, cualquier ocasión era apropiada para juntarse. Y así, con el tiempo, se volvieron grandes amigos.
La familia cordobesa, estaba compuesta por Rubén, Rita, y sus dos hijos Facundo, el mayor, y Tomás. Y la de mi amiga, la conformaba su papá, mamá, y sus dos hermanos, ambos menores que ella (de esta última no voy a dar nombres porque no fui autorizada, jaja).
Igualmente, no voy a hacer hincapié en todos. Solamente voy a contar lo que sucedió y SECEDE con los hijos mayores de estas dos familias.
Ellos solamente se llevan dos años de diferencia donde el más chico es Facu. En los sentimientos de los dos, al principio, sólo se encontraba
Siempre que se veían jugaban y se divertían. Salían donde sus padres iban y compartían momentos muy lindos entre ellos. Pero luego, después de esas vacaciones, cada uno volvió a su vida habitual y de vez en cuando se comunicaban por vía telefónica.
Así paso el tiempo y en el verano del dos mil cuatro se volvieron a ver, ya que mi amiga (con sus diez añitos recién cumplidos) y su familia, fueron de vacaciones a Córdoba. Como siempre, salían a todos lados y jugaban a esos juegos de mesa que tanto los divertía. Y el último día, cuando ya los porteños se volvían a Buenos Aires, se juntaron para hacer un almuerzo de despedida en la casa de la mamá de Rita. Ese día fue distinto para mi amiga, ya que sintió cosas por Facu que no las había sentido antes. Era un sentimiento que ni ella lo entendía y que dejó pasar sin darle mucha importancia.
Por diferentes razones, tuvieron que pasar tres largos años para que se volvieran a ver. Es así como Facu llegó a los ONCE años, y mi amiga a los TRECE.
Y ahora sí. Estas vacaciones, fueron diferentes a las anteriores para los dos. Apenas se vieron, ya notaron que las miradas entre ellos habían cambiado. Sin embargo, tardaron varios días en
amor en dos adolescentes
adivinar sus sentimientos, y cuando lo hicieron ya no podían estar juntos sin saber si el otro sentía lo mismo. Así llegó el momento en que confesaron sus emociones, donde ambos coincidieron en sus palabras; Aquellas que hoy en día se siguen diciendo a pesar de la distancia, las edades, el tiempo transcurrido, las peleas, los llantos, las separaciones y reconciliaciones; Esas dos palabras que fueron muy significativas para ellos y que los marco por el resto de sus vidas; Aquellas que las dijeron tan solo siendo unos niños y que hoy, ambos adolescentes, las repiten para que el otro se de cuenta de que sus sentimientos todavía no cambiaron. Esa oración que se dice cuando se quiere resumir millones de sentimientos inexplicables con tan solo un:
“TE AMO” Y
Esto PASÓ, sí. Y todavía siguen sintiendo lo que en un momento parecía solamente un amor de verano. Obviamente, no vivieron “FELICES POR SIEMPRE”. Como ya dije, tuvieron sus peleas y separaciones. Pero luego reflexionaban que aquellas disputas y alejamientos, luego les servían para que cuando se vieran de nuevo, se enamoraran cada vez más y más.
La distancia no existe en el amor.
Porque mi amiga una vez se planteó de que Facu era su amor imposible, y él, lo mismo por mi amiga. Sin embargo, hasta el día de hoy, ambos siguen con los mismos sentimientos.
0 comentarios:
Publicar un comentario